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Nov, 20, 2006


 

 

 

 

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Trastorno de ansiedad por separación

A lo largo de la infancia es normal que los niños presenten un poco de ansiedad cuando se separan de sus seres queridos pero hay que estar pendiente ante los signos que denotan una ansiedad excesiva.

Prof. Natalia Pascual

A lo largo del desarrollo la mayoría de los niños manifiestan, en mayor o menor medida, signos de ansiedad ante la separación de personas muy significativas para él, como los padres o cuidadores. La ansiedad por separación no sólo se da en los humanos sino también en otras especies. No estar junto a las personas que proporcionan protección aumenta el riesgo de sufrir algún daño, por tanto la ansiedad por separación constituye un sistema de protección en los primeros meses y años de la vida del niño, de hecho la especie humana es una de las especies más dependientes de sus progenitores durante los primeros meses de vida.

La característica esencial del trastorno de ansiedad por separación es una ansiedad excesiva ante el alejamiento del hogar o de aquellas personas a quienes el niño está vinculado. Para considerarse patológica, esta ansiedad, debe darse antes de los 18 años y considerarse superior a la esperada en niños del mismo nivel de desarrollo, debe mantenerse durante al menos cuatro meses y provocar malestar clínicamente significativo o un alto nivel de inadaptación en las diferentes áreas de la vida cotidiana del niño (social, familiar, académica...).

Entre las características básicas de este trastorno de ansiedad de separación nos encontramos las siguientes:

·         A nivel fisiológico, cuando ocurre la separación o el niño la anticipa, son frecuentes las quejas físicas, tales como náuseas, vómitos, dolores de estómago y cefaleas, en niños mayores y adolescentes pueden observarse además síntomas cardiovasculares, tales como palpitaciones, sensación de desmayo y vértigo.

·         A nivel conductual, el niño constantemente quiere saber cual es el paradero de los adultos significativos, manifiesta preocupación por el riesgo de que tengan lugar accidentes o enfermedades que afecten a sus padres o bien a él mismo y que le impidan poder volver a reunirse con ellos, evitan ir solos a distintos sitios o trasladarse fuera del hogar familiar, se aferran a sus padres situándose muy cerca del padre o la madre y siguiéndoles allí donde vayan, tienen problemas a la hora de acostarse y dormir solos.

·         A nivel emocional, se muestran extremadamente nostálgicos y desasosegados y llegan a sentirse tristes cuando se encuentran fuera de casa. Por otro lado pueden tener pesadillas cuyo contenido exprese sus temores (la muerte de alguno de sus padres por accidente u otra catástrofe).

Los niños aquejados de este trastorno cuentan con una edad media de 9 años, con un cierto predominio de las niñas sobre los niños. Los más pequeños tienden a experimentar el trastorno ante la ausencia real de los padres, mientras que los más mayores pueden experimentarlo incluso con antelación. Por otro lado, aunque los adolescentes afectados por este trastorno, especialmente los varones, pueden negar la ansiedad de separación, ésta puede reflejarse a través de una limitada actividad independiente y la negativa a salir de casa.

Los factores de adquisición y mantenimiento de este cuadro clínico no están claros, existen varias hipótesis sobre cuales pueden ser las causas de este trastorno, una de las hipótesis se debe a los déficits de aprendizaje (sobre todo la ausencia de una separación gradual de los padres en el curso evolutivo, quizá por una sobreprotección de éstos). Otras causas pueden ser las experiencias pasadas traumáticas de separación (divorcio, muerte de uno de los padres, hospitalización...). Una última hipótesis es el reforzamiento de las conductas de dependencia por parte de los padres, que, sobre todo cuando el niño es miedoso, contribuyen a mantener el trastorno.

Así es que mucho ojo, si alguno de nuestros hijos presenta este tipo de comportamiento debemos analizar las posibles causas para tomar cartas en el asunto y tratar de corregir la situación antes de que se convierta en un problema. Y recuerden, no hay como la presencia y el diálogo para solucionar cualquier situación con los hijos.

 Lic. Rosa Elena Ponce V. 

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