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Dic. 05, 2006


 

 

 

 

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FRANQUEZA ¿O …?

“Hay que respetar a los mayores” parece quebrarse ante estas cuatro situaciones. Analicémoslas.

María Ester Roblero C.

¿TUTEAR O NO?

Una niña de 12 años va de visita a la casa de su amiga. A la hora del té le pregunta al dueño de casa: “Oye, ¿de verdad tú eres doctor de rodillas? ¿Trabajas hasta muy tarde?” La madre opinó después que esa niñita era una mal educada por tutear así a un adulto. El padre no estuvo de acuerdo y opinó que era simpática y con una gran personalidad. ¿Quién tiene la razón?

Hay que aclarar que la pregunta ¿tutear o no hoy?, no tiene una sola respuesta. Gobernantes como Helmut Kohl y el ex Pdte. Ruso Boris Yeltsin tuteaban a la gente. En China, ni hablar de tutear a un mayor. En nuestra América Latina el tuteo se ha hecho habitual. De ahí que en este caso, la niña no podría ser tildada tan fácilmente de “mal educada”. Y su interés por la profesión del papá de su amiga puede interpretarse como buena educación. ¿Dónde está la falta? Debiera haber mostrado el mismo interés por los demás presentes; de ese modo ese interés deja de ser “interesado” -valga la redundancia- sino auténtico. Conclusión: dado que hoy no existe acuerdo sobre si tutear o no a un adulto, es mejor enseñarles a los niños a tratar de usted hasta que sean autorizados por el propio adulto para tutear.

LAS CONVENCIONES, ¿SIEMPRE?

Un niño de 9 años en misa se niega a dar el asiento a una viejita de bastón que se la ha puesto al lado. Le dice a su madre: “Nosotros llegamos cada domingo diez minutos antes para quedar adelante y sentados. Yo me distraigo de pie. Y esta vieja lleva tres domingos llegando atrasada y se me para al lado... No, no, y no. Hoy no le voy a dar el asiento aunque tú me castigues”. ¿Tiene razón o no el niño?

Lamentablemente, el niño tiene razón. Los adultos no pueden exigir respeto si ellos a su vez no lo viven. Más hoy, cuando a los niños se les enseña a cuestionar a los mayores ante el ejemplo de los corruptos, infieles, y abusivos. ¿Qué hacer en esta situación? La primera vez, se le debe exigir al niño que dé el asiento a la persona mayor. La segunda vez, también, pero este acto debe ser explicado al hijo como una acto de virtud, porque implica un servicio a otro. Es bueno premiar verbalmente al hijo por su acto. Pero a la tercera,  es la madre o el padre del niño quien debe dar el asiento a la persona mayor, para ejemplificar el respeto al adulto pero también al niño, que no puede ser víctima del aprovechamiento de nadie.

CASA ABIERTA A LOS AMIGOS, ¿CUÁNTO?

Entusiasmada con su rol de anfitriona de los amigos de su hijo, una mamá los espera con un rico té: chocolate helado, pastel y galletas. Uno de los niños le dice: “¿Y no hay Coca-Cola? Entonces no quiero nada…” Una hora después lo descubre husmeando en el refrigerador. ¿Lo corrige o no?

Este ejemplo genera otra polémica: ¿Sólo los padres tienen el deber de corregir a sus hijos o también los demás adultos? En Estados Unidos se llevó a cabo en un pueblo una experiencia piloto donde todos los habitantes debían respetar un listado conocido de normas de convivencia. De ese modo, cualquier adulto podía respetuosamente corregir a un niño o joven. El problema está en que no existe un código común entre familias. Este niño que husmea en el refrigerador es claramente un mal educado. De ahí que la madre reaccione bien al encontrarlo en la cocina si le dice: “En esta casa, yo soy la dueña de casa y los invitados no pueden abrirlo sin mi autorización”. Sería poco prudente decirle a la madre “tu hijo es un confianzudo”, pero vale la pena contarle los hechos para que ella pueda evaluar las consecuencias de no educar al hijo en normas básicas de educación como “cuando te inviten a otra casa, debes comer lo que hay aunque no te guste, en ese caso sólo comes un  poco y si insisten en que comas más, dices “no, muchas gracias”. Y jamás, JAMÁS, invadir los espacios privados de la casa.

¿POR QUÉ TÚ SÍ Y YO NO?

La mamá reclama porque desaparecieron dos lápices de su cajón. Ahora no hay ni uno. El hijo de 10 años le dice: ¿Por qué tú puedes escribir con lápices ricos y yo no, siendo que tú sólo firmas cheques y yo, en cambio, escribo en clases todo el día? ¿Qué le responde ella?

La pregunta de fondo es si los adultos tienen privilegios por sobre los niños en una familia. La respuesta rotunda es “sí”. ¿Por qué? Entre otras razones porque eso, por sí solo, es un estímulo para lograr que el niño quiera ser adulto. La inmadurez prolongada muchas veces se debe a un estar acomodado en la etapa infantil, en que se tiene todo sin ningún esfuerzo. De ahí que enseñarles a respetar los espacios privados de sus padres, a no tomarse los yogurs diet de la mamá, u tomar su cortauñas y no dejarlo donde estaba… tenga un trasfondo educativo que va más allá del respeto. Aunque en este caso el respeto implica entender “respeta al que ha conseguido con su esfuerzo privilegios a los que tú accederás con el mismo esfuerzo”.

El respeto en la religión Hindú

En una lección para los jóvenes seguidores de una antigua religión hindú, se transcribe el siguiente diálogo:

Ravi: Señor, ¿Puede usted decirnos cómo demostrar respeto a los mayores?

Profesor: Cuando los mayores se van, camina hacia la puerta con ellos. No te rías de ellos. No los interrumpas cuando están hablando. No discutas con ellos. No les hagas bromas. Nunca digas cosas malas sobre los mayores. Los niños respetuosos son elogiados en todas partes y cuando se convierten en mayores también reciben el respeto de los otros mayores. 

 Lic. Rosa Elena Ponce V. 

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