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                May. 01, 2007    Boletín No. 291


 

 

 

 

Los valores según las edades. Parte II

Entre los 8 y los 12 años. El abanico de posibilidades se abre: fortaleza, perseverancia, laboriosidad, responsabilidad, paciencia, sociabilidad. Como se puede ver, todas ellas relacionadas con la principal actividad del niño, con su profesión: estudiar.

La educación de la fortaleza, perseverancia, laboriosidad, sociabilidad, etc. son básicas en la eficacia  profesional. Los niños educados en estos valores serán, con más probabilidades que quienes no lo hayan sido, adultos responsables y sabrán triunfar o en su caso asumir los fracasos.

Es fundamental que se palpe en el ambiente familiar un afán de mejora. Como ya se ha dicho el proceso de mejora personal no acaba nunca y el mejor ejemplo para un hijo es ver a sus padres luchando por intentar ser mejores, en el hogar, en el trabajo, con los amigos, en la diversión, en el tiempo libre, en la comunidad de vecinos, en el barrio.

Compartir esta lucha con los hijos será una fuente de unión familiar y los padres estarán en mejor disposición de ayudar, ya que podrán utilizar un arma infalible: el prestigio personal.

La fortaleza supone acabar un trabajo comenzado y no dejarse rendir por la apetencia o el cansancio: no quejarse, creando mal ambiente entre los compañeros de trabajo y bajando el rendimiento; cosas tan sencillas- y difíciles- como mantener un horario de estudio (perseverancia), resistir los inconvenientes (calor, cansancio) sin quejarse excesivamente, o resistir el atractivo de ver un programa de TV en vez de estudiar. Estos pequeños vencimientos son indispensables para un desarrollo equilibrado de la personalidad. Las primeras piedras se ponen a través de hábitos buenos.

La sociabilidad supone abrirse a los demás, haciendo amigos en el trabajo, fomentando un ambiente alegre y optimista que ayuda a las personas a ser mejores y más alegres.

La laboriosidad se puede concretar en realizar con empeño y alegría los deberes escolares.

En la adolescencia, de 13 a 17 años: El adolescente aprecia en alto grado la amistad y el cortejo de valores a ella asociados: lealtad, respeto, comprensión, confianza, ayuda.

¿No es una meta ambiciosa apropiada al idealismo juvenil, proponerles el reto de humanizar la sociedad y el mundo del trabajo con retos, impregnándolos de estos valores?. ¿Y el de reconstruir el auténtico significado del amor, con toda su grandeza y exigencia?

Lealtad al superior (evitando criticas destructivas), comprensión, (perdonando los fallos de los demás y ayudándoles a mejorar), respeto (a otras ideas y modos de ver las cosas, a otras opiniones…). Señorío de la inteligencia y la voluntad sobre los instintos que permita orientar la sexualidad del amor y a la vida.Es claro que las relaciones sociales mejorarían mucho si se fuera capaz de inculcar y vivir estos valores.

La rebeldía, connatural de los adolescentes juega en este caso a favor de su mejoramiento personal. ¿Porqué no aprovechar esta rebeldía para rebelarse contra la comodidad, él ir tirando, el egoísmo, la intolerancia? Será necesario ayudar a los adolescentes a concretar esos deseos de rebeldía en actuaciones diarias concretas para que no queden en meras utopías.

En estas edades de poco servirá que se vivan los valores por imposición, ya es tiempo de que los hagan suyos y actúen así porque los van interiorizando. La propia naturaleza humana que busca la verdad y el bien, encuentra en esta lucha vital por los valores el camino de la ansiada felicidad, y esto es algo que debe ser motivo de diálogo con los hijos.

No debe darse por supuesto que los hijos conocen el camino de la felicidad, que saben que lo material no llena el corazón humano. Esto deberá ser motivo de conversaciones, evitando caer en espiritualismos e ideas utópicas, sino transmitiendo el atractivo de un proyecto de vida que integre los tres ámbitos de la felicidad (amor, trabajo y cultura).

OBJETIVOS DE LA EDUCACIÓN EN VALORES

1.   Conocer que significa el proceso de educación.

2.   Relacionar valores y felicidad.

3.   Conocer los valores según las edades con el fin de optimizar y aprovechar al máximo el esfuerzo.

4.   Ayudar a los hijos a conocer su vocación profesional y buscar su profesión de acuerdo con valores que les permitan ser felices (entrega a los demás, participación en la mejora de la sociedad...) y no únicamente en función de criterios de éxito y dinero.

Lic. Rosa Elena Ponce V. 

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