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                May. 07, 2007    Boletín No. 295


 

 

 

 

 

¡Pero bueno, esto me suena a chantaje!

“Si no me dejas ver la tele después de cenar no te dejo jugar más conmigo”. Miras a tu hijo y te parece estar viendo a un ganster de los años 30 en miniatura. Acabas de descubrir una nueva forma de actuar de tu hijo: intenta conseguir lo que quiere por medio del chantaje.

Esta es una fase por la que pasan todos los niños entre los cinco y siete años y responde a una necesidad muy simple: él quiere salirse con la suya y un día averigua que es la forma más sencilla de hacerlo. Ante todo piensa dos cosas: que ellos nunca lo hacen con la verdadera intención de hacerte daño, pero que como consigan las cosas por este medio estáis perdidos. El ejemplo con el que hemos comenzado este artículo puede parecer hasta gracioso, pero los niños son sicólogos innatos y pueden llegar a decir cosas que te preocupen realmente: “papá y tú no me queréis”, o peor “queréis más a Lucía que a mi”, “no me escuchas cuando te hablo” y un sinfín de alegatos que te harán dudar de tu capacidad como madre o padre. 

Lo primero que tienes que hacer si tu hijo te dice una cosa así es plantearte si realmente tiene razón o no, en ocasiones, sin darnos cuenta, pedimos más a los hermanos mayores que a los pequeños porque es más fácil que ceda un niño de cinco años que uno de tres. 

También ocurre, todos lo sabemos, que al final del día uno llega muy cansado a la hora de acostarles y no resultamos buenos “escuchadores”. Si piensas que el niño tiene parte de razón intenta modificar tu conducta y no te sientas culpable, un padre es un ser humano. Pero aclarado esto, la mayoría de los niños utilizan gratuitamente tres métodos de chantaje emocional: 

Se siente víctima: “siempre me regañas”, “nunca me dejas hacer nada”, “ siempre tengo que dejar yo mis juguetes”. Ya está. Lo ha conseguido. Te sientes fatal y accedes a su petición. Cuando esto ocurra piensa una cosa: el niño ve las cosas sólo desde su punto de vista, no puede analizar la situación real. Explícale el porqué de tu forma de actuar y no cedas, de otra forma, puede hacer de esto una mala costumbre con la que siempre se auto justificará echando las culpas a los demás de sus fracasos. 

Te hace víctima: “ no te quiero”, “prefiero estar con mi cuidadora que contigo”, y otra serie de puñaladas al corazón que te dejarán sin respiración. No le des la más mínima importancia, ellos no saben en profundidad lo que quieren decir estas palabras, no pongas cara de angustia y dile siempre lo contrario: “pues yo te quiero más que a nada en el mundo” pero sin dejar que se salga con la suya. 

Monta el número: una situación que todos los padres hemos pasado es estar en un gran almacén con nuestro hijo tirado en el suelo retorciéndose como una lagartija sin rabo y dando gritos de Caruso. Bueno, el pequeño gángster hace mucho que ha descubierto que en público cedes antes de que te la monte. Mantente firme y observa con atención un artículo cercano como si no lo oyeses, si alguien que pase te mira mal, es que no es padre. 

Por último, sólo avisar de que todos hemos caído en la misma trampa: hacer nosotros el chantaje emocional. Esto no solo es contraproducente, también cruel. Un niño piensa que lo que dice un adulto siempre es verdad, y puede pensar realmente “que le vas a dejar solito si no se calla” o “que ya no le quieres tanto”. Además tu hijo aprende e imita lo que tú haces. Imagínate el círculo vicioso que iniciarías.

Cuidado con la manera en que nosotros tratamos de hacer que nuestros hijos nos obedezcan o conseguir que hagan lo que nosotros queremos. Así es que ¡mucho cuidado con el chantaje!

Lic. Rosa Elena Ponce V. 

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