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www.emergencia.org.mx           Jul. 31, 2007    Boletín No. 356


 

 

 

 

 

Los padres que quieren ser antes amigos

Tomado de Somos Padres

Todos estamos de acuerdo en que la relación entre padres e hijos ha cambiado mucho en muy pocos años. Los padres de hoy en día están, generalmente, más cercanos a sus hijos. La figura paterna o materna distante y autoritaria ha cambiado por una de mayor camaradería, comprensión y amistad.

Hasta aquí la evolución ha sido favorable y ha traído una relación mucho más plena para todos.

El problema empieza cuando un padre pone por delante su plano de amigo. La función de padre conlleva unos deberes imposibles de convivir con los de un amigo, y si un padre deja de lado dichos deberes a la larga sólo conseguirá dañar la seguridad de sus hijos, tener dificultades en su educación y dañar su propia imagen, por lo que cuando tenga que basarse en ella para dar consejos o pedir responsabilidades, no podrá hacerlo.

La seguridad que los padres con rol de tales dan a sus hijos es clara. El ser humano nace absolutamente desvalido no sólo en el plano físico, también en el emocional y es función de los padres dar cuidados, protección y experiencia hasta que maduren. Un amigo da un trato de igual a igual y no trasmite la confianza plena que un hijo debe tener en un padre para sentirse seguro.

Para educar a un niño hay que tener cierta supremacía sobre él. El niño no tiene control de sus reacciones, no sabe de relaciones sociales, ni de convivencia ni de esfuerzo personal. Hasta que su propia fuerza de voluntad le indique qué debe hacer, sus padres tendrán que obligarle a hacer cosas que si no jamás haría: lavarse los dientes, ir al médico, dar las gracias, hablar en un tono normal, o aprender que no tienen derecho a todo. Es imprescindible para enseñar que el alumno vea al profesor superior en experiencia, conocimientos y poder. Difícilmente verá un hijo así a su padre si éste no sabe poner límites y se limita a pedirle en plan colegas que haga las cosas.

Pero esto no quiere decir que los padres no puedan tener plena confianza con sus hijos y que no pasen ratos de verdadera camaradería. Depende de la cantidad y calidad de tiempo que un padre pase con su hijo no del “compa que todo lo pasa” que se sea. Estar cuando se tiene que estar, ayudar por muy cansado que se esté, dar ejemplo de lo que se pide, estar disponibles, escuchar lo que quieran contar, no menospreciar sus problemas, ser respetuoso y sobre todo cariñoso es lo que hará que un hijo esté cerca de su padre de verdad y lo que conseguirá. Así el día de mañana si tiene que utilizar su autoridad de padre para salvarle de un fracaso o equivocación, tendrá al frente a un hijo que se fía de él.

La amistad también es cuestión de confianza y admiración. Y es muy difícil que un hijo admire y confíe en un padre que no sabe imponerse cuando es necesario y que busca una amistad cediendo y no enseñando.

Pero todo llega, y los padres que han sabido ejercer como tal, de manera que en la infancia de su hijo han dado imagen de seres todopoderosos, sabios y cariñosos y en la adolescencia han sabido ganarse la admiración y el respeto pueden estar seguros que de adultos tendrán en él al mejor de los amigos.

 Lic. Rosa Elena Ponce V. 

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