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www.emergencia.org.mx           Ago. 07, 2007    Boletín No. 361


 

 

 

 

 

Lidiando con la Ingratitud. Parte I

Por Teri Brown

Todos lo hemos sentido. La mirada condescendiente de un adolescente cuando le hemos pedido que haga algo, seguida por "¿ay mamá, por qué?" A muchos de nosotros esto nos hace apretar los dientes y pensar en todo lo que hacemos por ellos. Este no es un problema de disciplina: A la larga harán lo que se les pide. Es un problema de actitud con el que es más duro tratar.

Lisa Beamer, madre de tres, conoce muy bien la manera en que los adolescentes tuercen los ojos. Lo ha aprendido del suyo.

"Todo lo que le digo lo toma como un regaño, incluso cuando no lo estoy regañando, pero me retuerce los ojos" y continúa diciendo "por ejemplo, el viernes es cuando pasan a recoger la basura, y él tiene la responsabilidad de sacarla el jueves por la noche y separar las bolsas de reciclaje. Cuando llega de la escuela le recuerdo que es noche de basura, otra vez retuerce los ojos y dice 'YA LO SE'. Yo sé que se lo estoy repitiendo cada semana, pero ¿cuántas veces ha pasado el tiempo, ha llegado la hora de dormir y no ha botado la basura?"

¿Por qué se portan así los pre adolescentes y adolescentes? De acuerdo con el Dr. Paul Ciborowski, profesor consejero en Long Island University y autor de Trabajar con Adolescentes: Un Desafío del Siglo 21 (Working With Teens: A 21st Century Challenge) parte de la razón radica en el estado de desarrollo en que ellos se encuentran. Ciborowski señala que como los adolescentes son extremadamente egocéntrico, su primer pensamiento es casi siempre, "¿qué gano yo con eso?" Están extremadamente afectados por el factor "Yo" y a menudo se les dificultad ver las cosas desde la perspectiva de otra persona.

Tu puedes apelar a su naturaleza altruista, para lograr que los adolescentes y pre adolescentes ayuden en la casa, pero en muchos adolescentes el sentido de hacer las cosas por el bien común, no está tan desarrollado como el de "te rasco la espalda si tú rascas la mía" señala.

Ocasionalmente la actitud de los padres puede aliviar la actitud de ingratitud. El niño que muy raramente es capaz de expresar gratitud, es generalmente aquél con el que los padres se han comportado como sus "esclavos." Si le has realizado todos los oficios para tu niño -- cocinero, lava platos, taxista, baquero -- sin requerir reciprocidad alguna no estás contribuyendo a salvar la situación. Tu hijo no agradece porque no se le ha enseñado que eso es esencial.

Enseñarle a tu hijo que ser parte de la familia no es solo compartir los beneficios de esta, sino también la responsabilidad de las tareas lo hará más propicio a mostrar gratitud. Hay una conexión muy estrecha entre la capacidad de mostrar gratitud y la disposición del niño a ayudar cuando los padres lo necesitan.

Mediante regaños raramente enseñas a tu adolescente a ser agradecido, ni tampoco enumerando todas las cosas que haces por él. Una idea para ayudar a desarrollar una actitud de gratitud es hacer que él sienta y que anote todas las cosas buenas que tiene. Esto no solo le ayudará a ver lo que se le ha dado, sino que también le proveerá una herramienta que le ayudará en las áreas más escabrosas de la vida.

Continuará

 Lic. Rosa Elena Ponce V. 

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