Por Tomás Melendo
Director de los Estudios
Universitarios sobre la Familia
Universidad de Málaga (UMA), España
Algo más que charlar
En
cualquier caso, y una vez asentada la necesidad del
diálogo, resulta imprescindible volver a advertir que
comunicarse es algo más que un simple conversar o
platicar. Presenta, en cierto modo, un doble objetivo:
la verdad —el conocimiento efectivo de la realidad tal
como es— y el amor.
Comunicarse es, en primer término y por encima de todo,
medio insustituible para alcanzar la verdad y resolver
los problemas que pueda plantear la familia; y es
también y simultáneamente un instrumento soberano para
facilitar el amor, haciendo partícipe al cónyuge de los
propios sentimientos, de las propias necesidades,
alegrías, expectativas y esperanzas.
Consiste en «bajar la guardia» por completo y colocarse
hondamente en contacto con el otro para dejarse conocer
y conocerlo hasta el fondo; en trasvasar el contenido
más íntimo y pleno de lo que nos constituye como persona
a la persona, también vívida y sobreabundante y
receptiva, del otro.
De
ahí que se pueda incluso hablar mucho sin que exista
real comunicación: no hay nada de verdadero interés en
el mundo que nos rodea que reclame nuestra atención
esforzada; ni nada serio, vital, dentro de uno,
susceptible de ser ofrecido y acogido amorosamente por
nuestro interlocutor.
Cabe
charlar de deportes, de la moda, de dinero o de chismes
de los vecinos sin comunicar lo que se vive por dentro
(a veces, tristemente, porque esa interioridad, poco o
nada cultivada, se asemeja bastante a un desierto
despoblado y árido). Hay gente tan locuaz como celosa de
la propia intimidad.
Por
desgracia, vemos bastantes matrimonios en que la
comunicación primero se da por supuesta y luego —en fin
de cuentas, por miedo al rechazo: por no advertir que
somos queridos incondicional y gratuitamente— se
teme; se suprime el coloquio personal y se silencian o
eluden los problemas. Los espacios vacíos los llena
entonces la televisión, el periódico, Internet, un
pasatiempo, el teléfono, etc. De una manera muy especial
la profesión, incluida la de ama de casa, puede
transformarse en un refugio para evitar el diálogo cara
a cara.
Una advertencia
importante
Como
se habrá podido observar, el concepto de comunicación
que estoy esbozando resulta más amplio y rico de lo
habitual en contextos similares.
Lo
que con frecuencia se expone adolece de un doble defecto
de perspectiva:
Por
un lado, de manera no del todo consciente, los
pretendidos «expertos» se dejan arrastrar en exceso por
el modelo de comunicación más normal en nuestra cultura:
el de los mass media, en los que adquieren un
papel privilegiado los factores técnicos y estructurales
y la categoría de los signos.
Por
el contrario, para que un matrimonio vaya adelante y se
perfeccione, se requiere algo mucho más personal
y cálido que la simple transmisión de informaciones. Es
necesario, como antes apuntaba, un trasvase de lo más
propio e íntimo que la persona posee; y esto tiene que
ver más que con la capacidad de expresión oral, con la
actitud recíproca de los esposos y, en definitiva, con
la grandeza de su amor mutuo y de su entrega.
En
segundo término, no es infrecuente que, en las sesiones
de orientación públicas o privadas, la falta de
comunicación se convierta en una especie de talismán
explicativo o, si se prefiere, de chivo expiatorio sobre
el que se cargan prácticamente todos los problemas
surgidos en la vida conyugal.
Y no
es que se trate de algo irrelevante, ni mucho menos.
Pero, por lo común, no representa la razón última
de las disfunciones de un matrimonio: con bastante
frecuencia se convierte en la pantalla que oculta otras
causas más profundas y globales, que son a las que
conviene intentar poner remedio… no solo mediante la
invención y puesta en práctica de procedimientos
técnicos, sino de ordinario modificando hondamente las
disposiciones y la actitud personal de los cónyuges.
Dentro de los límites de este escrito, en las páginas
que siguen atenderé a ambos tipos de factores: los que
permiten una mejora inmediata de la comunicación y los
que implican y facilitan una mudanza de fondo en la
relación interpersonal de los cónyuges.
Continuará
Lic. Rosa Elena Ponce V. |