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www.emergencia.org.mx           Oct. 18, 2007    Boletín No. 413


 

 

 

 

Raíces profundas

Tiempo atrás, yo tenía un vecino médico, cuyo "hobby" era plantar árboles en el enorme patio de su casa. A veces, observaba desde mi ventana su esfuerzo por sembrar plantas y más plantas todos los días. Lo que llamaba mi atención, era que él apenas regaba los brotes y, después de algún tiempo, noté que sus árboles demoraban mucho en crecer.

Cierto día, me aproximé al médico y le pregunté si no tenía temor de que las plantas no creciesen. Con un aire orgulloso pero seguro, me describió su teoría.  Me dijo que si regase sus árboles, las raíces se acomodarían en la superficie y quedarían siempre esperando por el agua fácil que venía de encima. Como él no las regaba, las plantas demorarían más para crecer, pero sus raíces tenderían a migrar para lo más profundo en busca del agua y de las varias nutrientes que encontraban en las capas más hondas del suelo.

Así, según él, los árboles tendrían raíces profundas y serían más resistentes a la intemperie. Y agregó que frecuentemente daba unas palmadas en sus plantas, con un diario doblado, para que se mantuvieran siempre despiertas y atentas.

Poco después viajé para vivir en otro país, y no volví a recordar el hecho. Hasta que luego de varios años al retornar del exterior, fui a dar una mirada a mi antigua residencia. Al acercarme, vi un bosque que no estaba antes. ¡Mi antiguo vecino, había concretado su sueño!.

Aquel era un día de viento muy fuerte y helado; los árboles de la calle estaban arqueados como si no resistieran el rigor del invierno. Pero al aproximarme al patio del médico, noté cómo estaban de sólidas sus plantas: prácticamente no se movían, resistían en forma estoica aquel fuerte viento. Qué efecto curioso, pensé... Las adversidades por las cuales aquellos árboles habían pasado, con palmadas y privados de agua, parecían haberlos beneficiado más que el confort.  Un tratamiento más fácil, jamás hubiera generado tanta fortaleza.

El médico -ya anciano- salió a recibirme y me dijo:

"Siempre habrá una tempestad en algún momento de nuestras vidas, porque, queramos o no, la vida no es fácil. Generalmente pedimos no tener dificultades pero, en verdad, lo que necesitamos es desarrollar raíces fuertes y profundas, de modo que cuando lleguen las tempestades y soplen los vientos helados, resistamos bravamente, en vez de ser barridos".

   Lic. Rosa Elena Ponce V. 

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