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www.emergencia.org.mx           May. 05, 2008    Boletín No. 551


 

 

Los niños y la televisión

La televisión puede influir positiva o negativamente en el desarrollo mental de nuestros hijos. Es importante conocer este medio de comunicación para integrarlo adecuadamente en la dinámica familiar.

Eliff Lara Astorga

Tomado de e-México

Uno de los temas más debatidos sobre la educación infantil es el de la televisión.

¿Es buena o mala para la mente de los pequeños? ¿Cuánto tiempo deben verla al día? ¿Fomenta actitudes violentas? En primer lugar, no olvidemos que la convivencia con dicho medio de comunicación es inevitable; forma parte fundamental de la vida moderna y ha conformado, en mayor o menor medida, nuestra visión del mundo. Es decir, no se trata de defender la televisión contra viento y marea o de arrojarla definitivamente por la ventana. Lo conveniente es reflexionar sobre sus ventajas y desventajas en el desarrollo infantil, para luego tomar decisiones capaces de integrar en la familia lo más positivo de dicha tecnología.

Para los especialistas, la televisión provoca serios daños en los niños pues los distrae de sus tareas, fomenta en ellos una recepción pasiva de la información, les presenta una visión distorsionada de la realidad y refuerza en ellos conductas agresivas.

Respecto al primer problema mencionado, la mayoría de los padres hemos batallado alguna vez con hijos más dispuestos a disfrutar de una caricatura que de cumplir con sus responsabilidades. Ello, naturalmente, repercute tanto en el rendimiento escolar del infante como en su condición física: en vez de salir a jugar, prefiere permanecer cuatro o cinco horas frente al receptor. A la larga, eso también afecta sus capacidades para socializar de modo adecuado con otros chicos y adultos (incluyendo a los parientes cercanos).

Por otro lado, la televisión acostumbra a nuestros hijos a recibir una información "digerida" de antemano, para lo cual basta un esfuerzo intelectual mínimo. Los programas transmitidos por lo general se basan en imágenes y sonidos simples, a diferencia de un libro, donde el texto pide la participación activa de la imaginación del lector. Estos hechos terminan por afectar la capacidad de aprendizaje de los niños, los cuales pueden hallar dificultades a la hora de realizar abstracciones (como las requeridas en cálculos matemáticos).

Entre los problemas causados en los niños por la tecnología televisiva, hemos mencionado la transmisión de una imagen distorsionada de la realidad.

En efecto, los programas tienden a defender ciertos valores  frente a los cuales el niño se encuentra aún sin la capacidad de juzgar sobre su conveniencia y veracidad. Por ejemplo, cuando se ensalza el uso de la violencia, el menor no puede por sí mismo determinar si eso ocurre así en la vida cotidiana y si es una actitud positiva o negativa. Al mismo tiempo, la televisión gusta de expresar una serie de prejuicios raciales (el blanco es superior al indígena), sexuales (el heterosexual es mejor que el homosexual) o de orden económico (fresa v.s. naco) cuya influencia en el comportamiento infantil es, a todas luces, perjudicial.

Finalmente, los comerciales y los programas de concursos favorecen el ingreso de los chicos a la dinámica consumista de la sociedad actual.

Uno de los temas más polémicos es el de la influencia de la televisión en el comportamiento violento de los niños. Ciertamente, las actitudes agresivas en el menor pueden ser fomentadas por la misma familia o por el clima de inseguridad vivido en una comunidad. Con todo, en medio de una sociedad violenta, la televisión no cesa de reafirmar semejante valor negativo, desde las caricaturas (recordemos al ratón que constantemente golpea al gato) hasta las series policíacas.

A pesar de lo expuesto hasta aquí, la televisión también posee innegables virtudes, como la posibilidad de mostrarle al niño ideas y culturas ajenas a su entorno familiar y social. Al mismo tiempo, es capaz de inculcar hábitos positivos de modo rápido y eficaz. Los programas con estas características son los más convenientes para nuestros hijos, aunque debemos aplicar algunas medidas para cuidar lo que el aparato receptor les transmite. Lo fundamental es fomentar en los chicos una actitud crítica frente a lo visto y oído; importa discutir con ellos acerca del contenido televisivo y enseñarles a no creer todo lo expuesto por la pantalla. Por otro lado, es bueno limitar el tiempo de uso del televisor, pero sustituyéndolo con actividades divertidas como el deporte, los paseos, la lectura, etcétera. En última instancia, procuremos alejar a los infantes de los programas contrarios a los valores que deseemos inculcar en la familia.

Lic. Rosa Elena Ponce V. 

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