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www.emergencia.org.mx           Sep. 02, 2008    Boletín No. 637


 

 

 

 

¡Cómo ha cambiado mi hijo@!. Parte I

 Por María Lucea

Tomado de Hacer Familia

Una característica del adolescente es su cambio en el punto de mira: no quiere depender de nadie y por eso se rebela ante lo que le parece sumisión.

Sensibilidad a flor de piel Sin previo aviso, la autoridad antes indiscutida, comienza a ponerse en entredicho. Ya no obedece a la primera y con frecuencia protesta al hacerlo. Surge con fuerza el espíritu crítico y todo lo cuestiona, tanto en la forma como en el fondo No siempre discute el principio de autoridad, pero sí es crítico y muy sensible a la forma en la que se le mande algo.

Los modos concretos de reaccionar dependen de su carácter, del modo en el que se haya ejercido la autoridad anteriormente en la familia, de quién se lo mande, de si lo considera justo o injusto. En algunos casos, su reacción negativa es casi automática para reafirmar su identidad e independencia, por lo que necesita tiempo para asimilar la indicación que se le hace. Otras veces es un pulso que os echa y desde luego, acepta muy mal las indicaciones de sus hermanos. Las relaciones entre éstos, especialmente si no se llevan mucha diferencia de edad, se deterioran mucho y llegan a maltratarse entre ellos.

Es un error tanto la forma autoritaria en la que se le mande, como el renunciar a exigirle para ahorrarse malas respuestas. Acertar en el modo de ejercer la autoridad va a ser decisivo para ayudarle en su proceso de maduración.

Primero los cambios físicos

Comienzan a aparecer algunos rasgos fisiológicos nuevos, que anuncian cambios posteriores: el tono de la voz, aparición de vello, etc. Son los más obvios y fáciles de detectar. Los cambios físicos acompañan a otros sicológicos; los primeros preceden ligeramente al resto y nos anuncian que entramos en una nueva fase de su vida. El adolescente no los acepta inicialmente, tiende a disimularlos y en muchos casos van acompañados por complejos que le pueden hacer sufrir, siendo especialmente vulnerable a los comentarios que se hagan sobre éstos.

Unos se sienten incómodos porque sus brazos y piernas le parecen excesivamente desarrollados, otros consideran que su estatura es inferior a la correspondiente a su edad, las chicas están pendientes de la evolución de sus pechos o de la esbeltez o gordura de su cuerpo, etc. Unos y otros se miran continuamente en el espejo y en la opinión de los demás. Ayudarles a aceptarse y saber que su evolución se normalizará les resulta especialmente tranquilizador. Para esto, los padres deben informarle con tiempo sobre los cambios, tanto los relacionados con la sexualidad como los físicos y síquicos. La sorpresa produce desconcierto y, por el contrario, cuando se le explica con acierto lo que le espera, de ordinario le transmite serenidad.

Continuará

Lic. Rosa Elena Ponce V. 

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