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www.emergencia.org.mx           Nov. 18, 2008    Boletín No. 692


 

 

 

 

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Los hijos: causa de unión o de discusión. Parte I

Revista Hacer Familia  No. 58

 Si la mujer regaña a los niños por el desorden, su marido opina que está nerviosa. Si él da permiso a la adolescente de la casa para llegar a las 3 A.M., ella piensa que él cada vez es más blando. Los hijos son muchas veces motivo de fricción en el matrimonio, pero hay que conseguir a toda costa que la sangre no llegue al río.

El bajo rendimiento escolar de los adolescentes y los permisos para salir, son dos situaciones en que el papá y la mamá deben aunar fuerzas, mostrando un criterio común. Es inútil dar recetas a priori para evitar desacuerdos y discusiones "en caliente", la única receta es prevenir la situación y conversar tranquilamente hasta llegar a un acuerdo.

Ya lo decía el famoso autor inglés Chesterton: una familia no es una réplica del paraíso. En todo caso, un paraíso con cardos. Y muchas veces las espinas las proporcionan los hijos al convertirse en el motivo por que discutan el marido y la mujer, incluso delante de ellos, que observan el panorama como testigos mudos y desconcertados.

Se dice que con la llegada de los niños, el vínculo matrimonial se fortalece y que lo que antes era una pareja ahora se convierte en una familia. Es verdad, pero hasta que eso se produce el matrimonio debe vivir un proceso de adaptación y aprender a convivir con un tercero entre los dos.

La infancia de los hijos es como una maratón. Hay que trotar, sin detenerse, para poder llegar a la meta: desde los pañales y la mamila, hasta las tareas y las vueltas a la escuela. Esfuerzo al que hay que agregar la dificultad objetiva para dormir y descansar: los niños pequeños absorben todas las horas del día y de la noche en un proceso que parece no tener fin. Durante esos primeros años, la pareja puede sentir que ya no tiene espacio propio, que el oxígeno que alimentaba su relación ha comenzado a escasear y aparecen las discusiones producto del cansancio, el nerviosismo y una angustiante sensación de que ya no son los mismos. Ha llegado la hora de reservarse un rato sólo para los dos.

"La pareja -explica la Doctora en educación, Carmen Avila- necesita al menos un día propio para divertirse, reforzar su relación y pensar en conjunto sobre sus hijos. Lo ideal es que sea un día de semana, porque durante los fines de semana los niños quieren estar con nosotros y es más complicado. Se puede, por ejemplo, dedicar la tarde del miércoles a pasear solos. También son muy importantes los pequeños momentos cotidianos, un alto en la jornada laboral para almorzar juntos, una llamada por teléfono ..."

El santo, yo bruja

Es difícil que algo altere más a una madre que un marido que llegue a las 8 de la noche a la casa, después de que ella ha lidiado durante horas con los pequeños “monstruos”, y les dé permiso para tomar helado cuando ella insistió en que el postre era plátano, porque deben comer fruta. O que aparezca por la puerta sonriente y consuele al castigado porque no era para tanto, aunque no tenga idea de lo que pasó. Esos pequeños actos caldean el ambiente porque uno se siente desautorizado por el otro.

La educadora Carmen Ávila explica que "el niño debe ver a sus padres como uno solo, porque en caso contrario se desorienta totalmente, entiende que no hay bien ni mal, no sabe a quien hay que hacer caso y se aferra al que más le conviene. Además, al que ha sido desautorizado lo ve como blando y siempre va a intentar salirse con la suya buscando el apoyo del más fácil.(...) En definitiva lo que hace el que desautoriza, es quitar la posibilidad de educar al otro. En el momento en que él no esté, ya no le hacen caso al otro."

Contar hasta cien

Todos los especialistas coinciden en que nunca hay que discutir delante de los hijos y menos si el tema a tratar son ellos mismos. Con el tiempo el matrimonio puede llegar a conocerse tanto, que bastará una mirada del otro para saber que se está entrando en terreno pantanoso y que es mejor dejar ese tema para después. Aunque también hay que saber, que conversar tranquilamente sobre algún tema más peliagudo delante de los hijos, con calma y buenas maneras, enseñándoles con hechos lo que es el respeto mutuo y trabajar en equipo en un matrimonio.

Según explica Carmen Ávila "hay que evitar las discusiones delante de los niños porque les produce ansiedad, angustia y, en muchas ocasiones, culpabilidad.(...) ¿El truco? Callarse en el momento y después buscar un rato a solas en el que explicar las razones y llegar a un acuerdo".

Continuará

Lic. Rosa Elena Ponce V. 

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