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                        Fuente: Son tus Hijos.Org 
                        
                        
                        1.    
                        
                        
                        Conozca lo que es un preadolescente
                         
                        
                        Un preadolescente, por defecto, es un ser distraído, 
                        indolente, olvidadizo. Con frecuencia parece ausente y 
                        su interés decae con facilidad, tanto en su vida social 
                        como familiar, y no digamos en su vida académica. No se 
                        lo tome como algo personal, estas actitudes no son del 
                        todo voluntarias, vienen provocadas en parte por los 
                        fuertes cambios hormonales que sufren los 
                        preadolescentes. Habrá que ayudarle a vencerse a si 
                        mismo, pero sin olvidar que su aprovechamiento del 
                        tiempo no será nunca como el de un adulto.  
                        
                        2.     
                        Procure que su hijo tenga modelos  
                        
                        Descubra por que personas famosas siente admiración su 
                        hijo: un deportista, un actor de cine o un cantante de 
                        moda. Cualquiera de ellos tendrá una apretada agenda, 
                        llena de compromisos y no pocos esfuerzos y vencimientos 
                        personales, que su hijo tal vez no imaginaba. Una buena 
                        dosis de realismo le vendrá bien para ir adquiriendo una 
                        visión más racional, las personas que viven 
                        holgazaneando y a pesar de ello triunfan en la vida son 
                        un producto de ficción.  
                        
                        3.     Sea 
                        usted mismo un modelo  
                        
                        Su hijo hará lo que usted haga, no lo que diga. 
                        Aparentemente los adolescentes no se fijan en sus 
                        padres. Nada más lejos de la realidad: saben 
                        perfectamente si somos o no puntuales, ordenados, 
                        trabajadores, los adolescentes se sienten atraídos por 
                        los adultos coherentes, de modo que sirve de poco 
                        “predicar” y luego no ir por delante.  
                        
                        4.     No 
                        pierda el tiempo con largos sermones esporádicos 
                         
                        
                        Un seguimiento cercano, aunque no agobiante, es más 
                        eficaz que una buena reprimenda cada vez que llegan unas 
                        calificaciones inferiores a las esperadas. Los chicos 
                        necesitan que les recordemos a menudo, con cordialidad 
                        pero con firmeza, que es lo que les toca hacer en ese 
                        momento.  
                        
                        5.     
                        Ayúdele a optimizar el esfuerzo  
                        
                        Debido a las dificultades propias de esta edad puede 
                        hacerse más costoso el trabajo intelectual. Necesita 
                        herramientas para aprovechar con eficacia sus ratos de 
                        estudio (método, elaboración de esquemas,...) y evitar 
                        así los largos ratos sentados delante de los libros, que 
                        resulta improductivos y tediosos.  
                        
                        6.     
                        Intente motivarle con planes que le ilusionen 
                         
                        
                        Un partido de fútbol, un programa que le guste (y que 
                        sea adecuado), una película en cine o en casa. Siempre 
                        es más fácil esforzarse cuando hay una recompensa, y en 
                        estas edades la simple satisfacción del deber cumplido 
                        no suele ayudar demasiado.  
                        
                        7.     
                        Mantenga el espíritu deportivo y el buen humor 
                         
                        
                        Es posible que en la batalla para conseguir que su hijo 
                        preadolescente aproveche el tiempo sufra tantas derrotas 
                        como victorias o incluso más; es necesario no 
                        desfallecer, no tirar la toalla, porque así él aprenderá 
                        también a recomenzar las veces que haga falta, sin 
                        desánimos.  
                        
                        8.     Evite 
                        comparaciones  
                        
                        Hay que desterrar comentarios como “Fíjate en tu hermana 
                        que saca tiempo para recibir unas clases particulares” o 
                        “mira a tu amigo Alejo, entrena doce horas a la semana y 
                        además saca excelentes notas”. Cada uno es cada uno, y 
                        en el preadolescente lo único que provocan las 
                        comparaciones es rebeldía y mal humor.  
                        
                        9.     
                        Busque el equilibrio  
                        
                        Busque un equilibrio entre la necesaria flexibilidad y 
                        la irrenunciable firmeza en criterios básicos que 
                        garanticen un orden: horarios, control de contenidos y 
                        del tiempo dedicado al ocio (internet, tv, juegos 
                        electrónicos...)  
                        
                        10.  
                        Asegúrese de que su hijo sabe que usted le entiende
                         
                        
                        A su edad, la escala de valores tiene poco que ver con 
                        la nuestra. En nuestras manos está que cada conversación 
                        no degenere en discusión. No intentemos agotar los 
                        temas, decir la última palabra. Una actitud más 
                        conciliadora y abierta resulta más provechosa. Si notan 
                        que les comprendemos, aumentará su confianza y tendremos 
                        mucho ganado.  
                        Lic. Rosa Elena Ponce V.  |