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www.emergencia.org.mx           Feb. 11, 2009    Boletín No. 753


 

 

 

 

Ruptura de la pareja. Parte III

Sus sentimientos son confusos, de tristeza, se sienten enfadados con sus padres e incluso con ellos mismos, pues a veces se culpan de la separación y piensan no haber actuado como deberían. En ocasiones demuestran un comportamiento ejemplar con la esperanza de que los padres se reconcilien. Ante estas situaciones hay que explicar claramente que la causa del divorcio está en los padres y que éste es definitivo.

Mientras se ultima el divorcio y después de éste, las relaciones del hijo con los padres cambia y se desvinculan afectivamente; no se encuentran en condiciones de ser comunicativos ni cariñosos y a veces controlan poco sus actos. Esto resulta especialmente llamativo cuando los padres lloran en sus hombros, compiten por su custodia e incluso llegan hasta el soborno (emocional o mediante regalos).

Otra característica habitual es su rechazo frente a las nuevas relaciones de pareja que puedan entablar sus padres. Si su edad no es muy corta, pueden verse a sí mismos como el nuevo "hombre o mujer de la casa" y protector del cónyuge con el que viven (sobre todo en el caso de que éste sea la madre). La aparición de una tercera persona despierta en ellos la rivalidad y su comportamiento para con él/ella, puede ser muy hostil.

La reacción de los hijos

- El tipo de relación con los padres

El apoyo emocional y el compartir experiencias en la vida es un aspecto esencial en el desarrollo emocional de un hijo. No es tan importante el que ambos progenitores se encuentren en casa como la calidad de la relación que se desarrolle; aunque el contacto no sea excesivamente frecuente.

No es extraño el hallar casos en los que los hijos se encuentran mucho mejor emocionalmente una vez que sus padres se han separado. Si su relación con ellos era adecuada, pero tenían que soportar las continuas disputas entre ellos dos, el ambiente de la separación va a eliminar esa circunstancia dañina.

- El grado de dificultad del divorcio

Si la hostilidad que se ha desarrollado durante el divorcio ha sido grande, el hijo va a desarrollar mayor temor y enfado, su bienestar va a disminuir.

La adaptación posterior va a ser más complicada debido a la inseguridad creada, sobre todo cuando su vulnerabilidad se acrecienta debido a las continuas riñas por su custodia y manutención. Si además se ve obligado a elegir entre uno de los progenitores, la situación se agrava.

- Los cambios en su rutina diaria

La adaptación a su nueva vida como hijo de divorciados será más fácil si se conserva intacto el resto de su vida. Los cambios de vivienda, de ciudad, de escuela, de normas, de amigos…van a ser otras fuentes de estrés que van a actuar muy negativamente en su ajuste a la nueva situación.

Es necesario que los padres se conciencien de este hecho por el bienestar de su hijo.

Los abuelos ante el divorcio

- Los padres de la pareja

Cuando el divorcio se consuma, es más probable que los padres del cónyuge que ha obtenido la custodia puedan ver a su nieto. En el caso de los padres del cónyuge que no obtiene la custodia, la situación es más difícil, sobre todo si el otro cónyuge decide cambiar su lugar de residencia o si las relaciones entre ambas partes no son buenas.

- El dolor de los abuelos

Para muchos de estos abuelos, esta es una circunstancia dolorosa (también puede serlo para los nietos) a la que a veces tratan de poner remedio solicitando derechos de visita.

Según las diferentes sociedades, la ley actúa de diferente forma. Según la opinión de los psicólogos, la interacción entre las generaciones de una familia es un aspecto que puede desarrollar mucho la capacidad empática y aumentar el desarrollo social y emocional del niño, pero como en todas las relaciones, se ha de valorar la calidad de esa relación.

El simple hecho de compartir un vínculo de sangre no garantiza que la relación entre un abuelo y su nieto vaya a ser mejor que entre ese nieto y una persona que no es de la familia.

Lic. Rosa Elena Ponce V. 

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